Cuando te alejas del día a día de tu actividad médica habitual en el hospital y te vas a un programa de innovación y creatividad en Silicon Valley, provoca que cuando regreses no vuelvas a ver el futuro de la Medicina como te lo habías imaginado según la formación “clásica” que nos han dado. Ves un futuro con cambios trepidantes, que cuando te paras a imaginarlos provoca cierto vértigo.
El error de la mayoría, y aquí me incluía yo, es que intentamos imaginar el futuro de la Medicina comparándolo con la evolución que ha tenido la Medicina del pasado hasta ahora. A la Medicina tal y como hasta ahora la hemos conocido le quedan pocos días. Con esto no quiero dar un mensaje negativo, más bien al contrario es esperanzador. Simplemente va a cambiar mucho más de lo que probablemente nuestra mente es capaz de asimilar. Esto va a implicar cambios en la forma como se enseñará la medicina, en la relación médico-paciente y en la forma de trabajar del médico, incluso apareciendo especialidades que hoy en día todavía no existen.
La relación médico-paciente ya ha empezado a cambiar. Hemos pasado de una Medicina paternalista, donde el médico tenía la razón absoluta y era considerado “casi un Dios”, a una Medicina más colaborativa, donde el paciente lo cuestiona todo, y busca constantemente segundas opiniones, aunque sea en “Dr. Google”. Además, por ser más eficiente, se ha establecido un modelo de salud cooperativa y que se ha definido como la medicina de las 4 P (Preventiva, Participativa, Predictiva y Personalizada). Cada vez las comunidades de pacientes tienen más influencia, y colaboran más con los médicos y la industria farmacéutica, consiguiendo financiación y co-creando juntos soluciones, co-desarrollando ensayos clínicos… con la finalidad de mejorar la calidad de vida de los pacientes, encontrar nuevos tratamientos y soluciones, reducir errores médicos y disminuir los costes sanitarios.
Pero cuando digo que el futuro de la Medicina evoluciona muy rápido, es porque es difícil de imaginar que en un tiempo corto, probablemente no más de 5-10 años, la mayoría de pruebas, intervenciones o análisis que realizamos cambiarán. En una gota de sangre vamos a ser capaces de predecir muchas enfermedades que una persona es susceptible de tener, para poder aplicar una
prevención muy precoz, o diagnosticarlas en fases muy tempranas. Vamos a poder personalizar al máximo los tratamientos y predecir pronósticos, diagnósticos… Esto en cierto modo, ya se empieza a realizar, pero los costes todavía son muy elevados, en un futuro próximo todas estas pruebas genéticas, biomarcadores… se democratizarán y serán accesibles de forma bastante general, pudiendo mejorar el tratamiento y el pronóstico de muchas enfermedades. Además, habrá una revolución en salud más importante, provocada por la entrada de la impresión 3D, nanotecnología e implantes biónicos que abrirá miles de posibilidades en la creación de prótesis, órganos, tejidos, material quirúrgico,…. que da infinitas posibilidades para las reconstrucciones, implantes, operaciones complejas y abre la esperanza a enfermedades que antes no tenían tratamiento. Aportará infinitos beneficios no sólo para los pacientes sino también para los profesionales sanitarios, ya que podrán ensayar y planificar previamente las intervenciones, minimizando los errores y los riesgos, y en muchas situaciones habrá Robots que podrán realizar parte de las intervenciones, aumentando la precisión y preveyendo posibles complicaciones y errores. Esto puede generar la aparición de cyborgs, medio humanos-medio tecnología, solucionando limitaciones generadas por enfermedades pero que también abre la puerta a la modificación del ser humano para mejorar sus prestaciones, con todos los peligros que supone. El uso de materiales “pre-fabricados” también puede suponer el aumento de ciertas enfermedades, como el rechazo, la alergia o las enfermedades autoinmunes.
Todo ello hará que la formación médica también tenga que evolucionar y adecuarse a este futuro, con cambios en la docencia, en el tipo de especialidades médicas que se formaran y algunas que desaparecerán. También se deberá legislar al respecto, desde un punto de vista legal pero también ético, anticipándose a ciertas situaciones a las que nos enfrentaremos o respondiendo con agilidad a los problemas que vayan apareciendo.
En resumen, tenemos ante nosotros un futuro interesantísimo donde todo está por hacer, donde sanitarios, investigadores, pacientes y la sociedad en general tendremos que aprender a gestionar todo este futuro y a evolucionar al mismo ritmo que todos estos avances para que se usen de forma correcta.
Anna Sala M.D, Ph.D
Facultativa especialista en Alergología. Hospital Universitario Vall d’Hebron. Barcelona.
Profesora Asociada de Inmunología en IQS School of Engineering. Universitat Ramon LLull. Barcelona.
Co-fundadora de anAPPhylaxis
@annasalacunill